Qorikancha es la muestra contundente de la fusión de las culturas Inca e hispana. En las bases de lo que fue el Templo del Sol de los antiguos peruanos, se construyeron la iglesia y el convento de Santo Domingo.
Un símbolo de la imposición occidental. Una muestra viviente de la convivencia del pasado autóctono con la arquitectura europea.
El templo fue construido con piedras finamente labradas. En el interior, los muros de los diversos recintos estaban cubiertos de láminas de oro y plata. Llama la atención el gran tamaño de las piedras de los muros Inca, tres de las cuales tienen más de 30 ángulos. Se destaca también un bloque de 24 ángulos y 6 lados. Domina el lugar el gran torreón inca y resalta una de las hornacinas ceremoniales con agujeros en bajo relieve que guardaba relación con el solsticio de invierno. Hacia la parte baja, hay fuentes y jardines hasta donde llegaban las tribus conquistadas para entregar sus ofrendas.
El culto en el interior del templo estaba reservado para las más importantes personalidades de la época y acudían al lugar poblaciones de todo el Imperio para rendir culto y tributo a los dioses del Tahuantinsuyo.
El recinto de oro; como era conocido, era un lugar sagrado donde se rendía adoración al máximo dios Inca: el Inti (Sol), por lo que sólo podían entrar en ayunas, descalzos y con una carga en la espalda en señal de humildad, según lo indicaba el sumo sacerdote Inca: Willaq Umu.
El frontis era un majestuoso muro proveniente de la más fina cantería, decorado únicamente por una fina lámina de oro puro de tres metros de alto, con un techo de paja fina y delicadamente cortada.
En uno de los bloques de la segunda hilada (Serie horizontal de piedras) se observan tres agujeros que pudieron ser utilizados para evacuar las aguas de las lluvias del patio interior, o como salida de la chicha que se ofrecía como ofrenda. Según los experimentos de Augusto León Barandiarán, si se golpea dentro de los agujeros se pueden escuchar las notas musicales «re», «la» y «mi».
Esta obra Inca en la cual quedan pocos cimientos ha sufrido tres terremotos (1650, 1749 y 1950), sin mayor daño, a diferencia del templo español. Después del suceso de 1950, en 1956, se inició la reconstrucción del templo de Santo Domingo (bajo la supervisión de la UNESCO) con algunas modificaciones, dando preferencia en exponer los muros Incas, formando así una cubierta en la mayoría de las partes de los muros de Qorikancha.